Paso a paso, la resolución de delitos a través del ADN que aparece en la escena de un crimen va ganando terreno. El pasado viernes entró en vigor la ley orgánica 10/2007, la cual permite disponer de un banco de datos, compartido entre los organismos policiales, que almacena identificadores genéticos a partir de muestras de ADN. La Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol) está realizando unas conferencias en Lyon (Francia), donde tiene su sede. Desde allí ha lanzado un mensaje para intensificar los intercambios de ficheros de ADN entre países.
Los perfiles de ADN permiten resolver delitos mediante colillas, pelos, saliva, semen, sangre, entre otros elementos, que se encuentran en los lugares del delito o en objetos personales de víctimas o asesinos. Algunos de los casos más importantes que se han resuelto merced a las pruebas de ADN son los siguientes:
Colillas. Una de las pocas pruebas que se rescataron del escenario del crimen de Rocío Wanninkhof, en 1999, fue la colilla de un cigarrillo de la marca Royal Crown. Los investigadores almacenaron el perfil genético de la muestra. Cuatro años más tarde, y cerca del lugar del suceso, apareció el cadáver de Sonia Carabantes. Las muestras de tejido epitelial que estaban en las uñas de Sonia (con motivo de los arañazos que lanzó mientras se defendía) resultaron coincidir con los indicadores genéticos de la colilla de Royal Crown. Estos hallazgos fueron determinantes en la doble condena a Tony Alexander King.
Pelos. En estos días se investiga en Argentina la muerte de tres policías a manos, presuntamente, de unos ultras de un equipo de fútbol (Estudiantes de La Plata). El caso se mueve entre lo pasional y lo político. Junto a los cadáveres aparecieron muestras de tejido capilar, que esperan ser analizadas para confirmar la culpabilidad o la inocencia del sospechoso número uno.
Semen. En Inglaterra, una muestra de semen permitió condenar el pasado lunes al autor de un asesinato cometido hace 32 años, según contó puntualmente Gallinejas.
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