jueves, 15 de noviembre de 2007

El guateque de la familia Monster

El abuelo de Heidi era un coñazo. Las abuelas en Argentina se lo pasan mucho mejor. Pillan a un niño por la calle, lo empalan, lo violan, lo decapitan y luego lo desollan. Después, con las manos bañadas en sangre, hacen un particular corro de la patata. En vez de anunciar el menú -ensalada, naranjitas y limones-, proclaman las próximas víctimas para antes de fin de año. Los viajes del IMSERSO en este país deben de ser tremendos.

Obviamente no es algo tan simple. Hay todo un ritual. La nieta de una de estas abuelas lo describió a la policía de Mercedes (provincia de Corrientes, Argentina). Su abuela, aparentemente, pertenece a la religión kimbanda, una corriente afrobrasileña. Las reuniones de feligreses son incluso más dinámicas que la misa de gallo. La noche del viernes 5 de octubre de 2006 escogieron a Juan Ignacio "Ramoncito" González, de 12 años, para que les ayudara a purificarse y estar a bien con sus dioses.

Como toda religión que se precie, lo primero son los rezos. Eso es lo básico, el resto son simplemente horas de apagar cigarrillos sobre el cuerpo del sacrificado, hacerle cortes y violarlo. Si los beatos se han quedado ya sin ganas de sodomizar al chiquillo, lo suyo es matarlo. En el caso de "Ramoncito", optaron por un golpe de cuchillo, "pero no se desprendió del todo la cabeza", explicó la testigo, de 14 años.

Pero aunque la cabeza costara más sacarla, ya una vez muerto le pudieron arrancar la piel de todo el cuerpo, la lengua, la laringe y varias vértebras. Esto ha hecho que el fiscal, Gustavo Schmitt, vea una relación con la muerte en 2005 de un recién nacido. Murió apaleado y le faltaban partes óseas. Parece ser que entre los kimbanda alguien está buscando repuestos.

La nieta que ha testificado no está detenida, pero hay tres menores que sí. En total hasta el momento había siete detenidos. Aparte de la abuela, también la madre de la testigo está involucrada (por ahora se le acusa de presionar a la menor para que cambiara el testimonio). Schmitt informó en un programa de radio de que hay una recompensa de 50 mil pesos para quien señale a los implicados en el crimen. Bien gestionada, la familia de la testigo puede ser un complemento salarial estupendo.

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