lunes, 12 de noviembre de 2007

La Justicia se toma su tiempo: condenado con 32 años de retraso

Un inglés de 54 años ha sido condenado por el asesinato de una niña cometido en 1975. Los avances en la ciencia forense han permitido inculpar a este individuo 32 años después de la comisión del delito. Sin embargo, un inocente pasó 16 años en prisión al ser considerado autor de los hechos, según informa The Guardian.

En octubre de 1975, el cadáver de una niña de 11 años apareció con 12 puñaladas en un páramo cercano a su casa, en la localidad de Oldham. Dos meses más tarde un hombre fue detenido como presunto culpable del crimen. Tras un interrogatorio de dos días y sin la presencia de abogados, el detenido confesó el asesinato. Algo más tarde quiso cambiar su confesión, pero ya era demasiado tarde para cambiar el parecer del jurado: fue declarado culpable.

Imagen de Oldham, la ciudad donde se cometió el crimen

Tras 16 años y múltiples recursos, unos jueces determinaron que no había evidencias suficientes para considerarle culpable. Pero el tiempo en la cárcel había terminado por minar su salud. Sus compañeros en la prisión le acosaron y le sometieron a ataques continuos. Nada más recobrar la libertad tuvo que ser tratado de esquizofrenia y, tan sólo un año más tarde, un ataque al corazón acabó con su vida.


Había que encontrar un culpable para el crimen, por lo que las autoridades reactivaron la investigación. Por ella desfilaron varios sospechosos, se escribió un libro sobre el asunto, el hermano de la víctima se suicidó, entre muchos otros sucesos. El hecho más revelador fue el análisis del ADN que se encontró en la escena original del crimen y que permitió archivar el perfil genético del verdadero culpable.


Este hecho permitió descartar a algunos de los sospechosos. El giro definitivo de la investigación se produjo el 1 de octubre de 2005, cuando un individuo, llamado Ronald Castree, fue detenido por un asunto sin relación con el asesinato de la niña de Oldham. La Policía tomó una muestra genética rutinaria de Castree, de 54 años. La sorpresa fue mayúscula cuando descubrieron que el perfil genético era exactamente igual al que apareció en la escena del crimen, 32 años antes.


El 23 de octubre comenzó el juicio contra Castree y, finalmente, hoy ha sido declarado culpable por los hechos.

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