Brindis con vino tinto, ovaciones y un largo aplauso que se ha prolongado durante más de un minuto. La última puesta en escena de Fernando Fernán Gómez ha sido todo un éxito. Este limeño, nacionalizado argentino, ha muerto español pero, eso sí, a ritmo de tango. Como a él le gustaba, Caminito se ha escuchado esta mañana en el madrileño cementerio de la Almudena, donde ha sido incinerado.
Tras ser despedido por familiares, amigos y compañeros de profesión en el Teatro Español -lugar elegido por el propio actor para instalar la capilla ardiente-, el coche fúnebre ha alcanzado la última parada de este viaje.
Una bandera anarquista cubría el féretro. Encima, la medalla de la Real Academia Española a la que él perteneció. La última página de su vida la ha escrito en la más absoluta intimidad, con la confianza que le dan los suyos.
Semblante triste, aunque con sonrisas, en la última función de Fernán Gómez, a la que también han acudido multitud de curiosos para conocer "en persona a gente famosa". Sin embargo, para desgraciada de estos mirones, sólo algunos han utilizado la puerta principal para abandonar el cementerio de la Almudena.
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