jueves, 22 de noviembre de 2007

La guerra del fútbol en el TC

María Emilia Casas, presidenta del Tribunal Constitucional (TC), presentó ayer un libro para conmemorar el 25º aniversario de la institución. Y eso que ya han pasado 27 años desde su puesta en marcha (la Justicia española nunca se caracterizó por su rapidez). El prólogo de la obra, a cargo de Luis Martí Mingarro, decano del Colegio de Abogados de Madrid, compara la función del Tribunal con la de un árbitro en un partido de fútbol de alto riesgo, en el que le llueven insultos de todas partes.

Tal vez la comparación no sea tan descabellada. El propio Martí Mingarro se quejó en la presentación del "fanatismo mediático" que envuelve al Tribunal. Y es que algunos medios de comunicación pueden llegar a confundirse con la revista "Súper Hincha". El decano hizo un examen de conciencia, en voz alta y tono conciliador, en el que reivindicó la responsabilidad que deben asumir políticos, medios de comunicación y magistrados.

Último pleno del Tribunal Constitucional

La obra tiene el sugerente título de 25 años de Jurisprudencia Constitucional. 25 sentencias fundamentales comentadas. Exactamente el título que jamás elegiría Efraim Medina Reyes (novelista colombiano autor de Érase una vez el amor, pero tuve que matarlo y Técnicas de masturbación entre Batman y Robin). Pero el nombre escogido para la obra se adapta a la elegancia, la corrección y la tecnicidad de la función jurídica.


Precisamente, de esa corrección hicieron gala en la presentación María Emilia Casas y Alberto Dorrego, letrado de las Cortes y coordinador de la obra. Ambos se lanzaron los trastos a la cabeza con la elegancia misma de Beckham en el lanzamiento de un libre directo. Dorrego alabó la labor del Constitucional, pero no dejó pasar la oportunidad para exhibir su discrepancia con las decisiones "disgregadoras" del Tribunal. María Emilia Casas entró al trapo. En su turno de palabra se mostró orgullosa de la consolidación de la España de las autonomías, que atribuyó al Tribunal que preside. Eso sí, los reproches siempre estuvieron precedidos de 'excelentísimos' e 'ilustres'. Trato exquisito para una tangana a lo judicial.

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