Guillermo, Francesc, Daniel y Leonor quieren salvar a las ballenas jorobadas. Pero no lo harán a bordo de una de esas zodiacs que se interponen entre arpones y animales, sino utilizando internet.
Todos ellos (y 300 más) han abierto su propia página para recaudar fondos que irán destinados al estudio y la defensa de estos cetáceos, gravemente amenazados. Cada uno se ha fijado una cifra tope a la que deben llegar a partir de donaciones de amigos, familiares y defensores de la causa anónimos.
El proyecto, bautizado El gran viaje de las ballenas, quiere transmitir un mensaje más que claro: no es necesario matar ballenas para estudiarlas. La iniciativa ha sido promovida por Greenpeace y científicos de los dos centros beneficiados por las donaciones: Whale Research y Opération Cétacés, en el Pacífico Sur.
Fruto de la colaboración con la ONG, son sendos sistemas de rastreo vía satélite mediante los cuales se puede controlar la situación de los animales. Como si de sus propios hijos se tratara, participantes y demás internautas pueden ya seguir el trayecto de las ballenas en su viaje desde el Pacífico Sur, donde se aparean y alumbran a sus crías, hasta el Oceáno Antártico, zona de alimentación.
Precisamente rumbo al Pacífico zarparon el sábado cuatro buques japoneses en una misión presentada como científica. Con ella terminan 44 años de moratoria y de relativa paz para los cetáceos: 850 rorcuales aliblancos, 50 rorcuales comunes y 50 ballenas jorobadas serán sacrificados.
Un buque japonés caza una ballena en el Pacífico /EFE
Tanto Greenpeace como otras organizaciones ambientales ven intereses espurios tras la expedición. “La caza no es necesaria para estudiar a las ballenas, lo que se esconde es una comercialización encubierta”, indica Alejandro Fernández, uno de los encargados de la campaña El gran viaje de las ballenas en España. Lo cierto es que el destino que espera a la carne de los animales cazados será el mercado de la alimentación japonés.
Pero el barco de Greenpeace Esperanza no se lo pondrá fácil. No sólo se dedicará a vigilar y boicotear las labores de caza, sino que empleará internet de nuevo como arma contra el Nissin Maru y demás naves de la flota japonesa.
Una web cam situada en el Esperanza mostrará la situación de las ballenas, y la tripulación también planea publicar próximamente blogs en varios idiomas para hacer un seguimiento de las actividades de la flota ballenera japonesa.
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