Nadie discute si el caganet es una apología del abandono de residuos o una defensa del abono natural. Pero en cuanto te metes con árboles, el debate está servido. Como sigue de moda ser verde, en Oregón (mayor productor de árboles de Navidad en Estados Unidos) se han decantado por árboles ecologistas. La Asociación de Cultivadores Ecológicamente Conscientes (Coalition of Environmentally Conscious Growers) presentará en el mercado por primera vez un sistema para catalogar el impacto ecológico de los árboles en venta.
El que no vea los problemas ambientales del árbol de navidad, que piense en otros...
La información de Associated Press (AP) explica que habrá más de 200.000 etiquetas indicando si el árbol cumple unos parámetros de gestión de zonas húmedas, nutrientes y pesticidas. También se tendrá en cuenta la conservación del agua, del suelo y de la biodiversidad.
Este sistema obvia el debate previo entre árboles artificiales o naturales. En Treehugger (una web de temática medioambiental), Greenpeace y Ecologistas en Acción dan este debate por superado. Los tres coinciden en que los artificiales son mucho más nocivos, aunque con ciertos matices.
Greenpeace no nos ha dicho que condenen el árbol postizo. Si es de materiales reciclados (papel o restos de poda), es una buena opción. Pero incluso aunque sea de productos nocivos, es mejor que talar un árbol del bosque. Si quieres un árbol natural, "que sea de vivero y que lo puedas replantar". Para eso, explican, tienen que ser especies mediterráneas (madroño, sabina, aldierno...).
En Ecologistas en Acción no se creen mucho lo de la replantación. Isidro, de la asociación, piensa que las condiciones ambientales de una casa (calefacción y maceta, entre otras) no ayudan a que un árbol pueda sobrevivir a la experiencia doméstica. Además, dice que los árboles de navidad que se venden son abetos y especies de crecimiento rápido, "porque son las rentables". Especies así sólo se deberían replantar en jardines. Introducirlos en un ecosistema ajeno primero dificulta su supervivencia y segundo genera competencia con la vegetación del lugar.
Isidro lo ve muy fácil para el que pase de belenes y de conflictos ecológicos: dejar a los niños que se explayen y "usar un poco la imaginación".
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