miércoles, 14 de noviembre de 2007

Ser verde tiene un precio



Qué fácil es decir que los pesticidas, los conservantes y los estabilizantes nos están envenenando. Que si ahora hay más alergias y más intolerancia a los alimentos. Que si los tomates ya no saben como antes. Vamos, que uno se pone a pensar en lo que se mete al cuerpo y aparecen imágenes de colza, dioxinas y vacas locas. La solución: hacer una compra ecológica. Nada de productos químicos, ni fertilizantes artificiales, ni productos alergénicos. Pero ¿cuánto cuesta este bienestar alimentario? Hemos preparado una cesta de la compra básica para una pareja verde. Y para no ser exagerados en la diferencia la hemos comparado con la de un supermercado de precio medio alto. El resultado: la ecocompra sale un 57% más cara.


Los hay, y cada vez más, dispuestos a pagar este plus. El auge de la vida sana y la conciencia ecológica ha dado un empujón al negocio bio. Y es que ser verde en la mesa, como explican en Ecocentro (tienda especializada en estos productos), es una "cultura" que, además de mirar por la salud, es respetuosa con el medio ambiente. Esto último, que es incontestable desde el punto de vista de la agricultura sostenible, se tambalea en cuanto hablamos de localización. Muchos de los productos ecológicos vienen de la otra punta del planeta, y para llegar a la tienda de turno tiene que verter unas cuantas toneladas de CO2 a la atmósfera.


Algunas empresas ya cuentan con la 'etiqueta de CO2' que marca en el envase del producto el coste ambiental del mismo. Así sí puede uno ser verde de verdad. Porque la añoranza por los tomates de la huerta, las moras de la zarza y el chorizo del pueblo no deja de ser curiosa cuando son productos que se pueden encontrar a pocos kilómetros de casa, eso sí, sólo en temporada. Claro que si los verdes también se empeñan en comer naranjas en verano, pues serán eso, naranjas de la china.

No hay comentarios: