Te mira a los ojos, te sonríe y te roza sutilmente el dorso de la mano con los dedos. No se le puede llamar caricia; sólo te ha tocado casi despreocupadamente, pero ya tiene tu atención, tu disposición y tu voto si lo pide. Daisy domina la seducción y la enseña en sus cursos de striptease.
Las clases de Daisy no son para profesionales, pero tampoco para bromistas. El striptease hay que tomárselo en serio y es entonces cuando surte efecto y expone un lado sensual que le da nueva vida a una relación íntima: los striptease serios mejorarían muchas relaciones, "aunque sólo sea por demostrar el esfuerzo de hacer algo especial".
"Lo que atrae es el secreto: es como quitar el embalaje a un regalo", explica esta brasileña de 40 años. Matiza que incluso más que la intriga, en un striptease atrapa la sensación de que es algo sólo para ti, por eso cobra importancia como juego sensual.
Sus alumnas "quieren conquistar día a día a su pareja", y para eso esta profesora comienza con la aceptación del propio cuerpo, porque "una mujer sensual es aquella que se gusta a sí misma, tiene seguridad en sus actitudes y conciencia de sus capacidades".
Daisy es bailarina, profesora de danza y actriz, pero no stripper, y nunca lo sería, porque lo ve como una forma de desvelar la intimidad por dinero: es muy digno, pero no es para ella. Concibe el striptease como algo muy especial que "exige un nivel de intimidad alto y muy concreto", el que alcanzas con tu pareja.
"Se pensaban que yo estaba allí para hacerles un striptease". Por eso suspendió el curso que planteó para hombres y acepta sólo alumnas. Pero el striptease tiene un encanto diferente en cada género: las mujeres quieren que el hombre al desnudarse transmita seguridad y fuerza, mientras que al hombre le atrae el atrevimiento.
El striptease es muy diferente según quién lo haga, porque "tiene que ir con la mujer". Daisy, particularmente, conquista con los tacones, con los pequeños gestos y, sobre todo, con la mirada.
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