martes, 23 de octubre de 2007

El “Gran Hermano” funciona en los trenes de Barcelona

Un joven golpea y profiere insultos racistas a una adolescente suramericana en el metro de Barcelona. Parece una agresión xenófoba más. Pero no es así. Una cámara de seguridad ha grabado los acontecimientos. El chico ha sido detenido y puesto a disposición judicial. Es un punto a favor de los que defienden la instalación de sistemas de grabación de seguridad en lugares públicos. El debate sigue en las calles. ¿Seguridad o derecho a la intimidad? ¿Dónde está esa fina línea que separa lo uno de lo otro?


El pasado 1 de octubre se decidió la instalación de 31 nuevas cámaras de vigilancia en el centro de Madrid a partir del próximo mes de enero. Éstas se unirán a las 20 colocadas hace dos años en la Plaza Mayor y a las existentes en el museo al aire libre de la Castellana.


Pero hay restricciones legales para la instalación de este tipo de cámaras:


1. Estricto respeto a las viviendas de la zona. De hecho, las cámaras de última generación tienen una particularidad. Disponen de un sistema para evitar la tentación de enfocar hacia las primeras plantas de los edificios. Las imágenes tomadas por encima de cuatro metros de altura se enmascaran.
2. La ley marca que se debe informar con carteles y sin rodeos de la instalación de los aparatos de seguridad. De esta forma, además, se disuade a los potenciales delincuentes.
3. Pasados siete días, salvo en caso de la comisión de algún acto delictivo, se deben destruir las imágenes.


Hay cámaras en los bancos, los comercios, los garajes, las grandes superficies, los semáforos e, incluso, en los telefonillos de los portales. Pese a todo, según la Guardia Civil, el índice de casos resueltos gracias a los sistemas de videovigilancia es muy bajo. No llega a un 5% del total de detenciones. Eso sí, más de una vez han dado la clave para identificar a un vehículo que se había dado a la fuga tras atropellar a alguien.


Lo cierto es que el “Gran Hermano” de George Orwell que todo lo vigila está cada vez más presente en nuestro país. En otros, como Reino Unido, ya se han acostumbrado a ello. Más de 4,2 millones de cámaras velan por la seguridad en Gran Bretaña. Incluso algunas tienen altavoces para “regañar” a los vecinos con comportamientos poco cívicos. Doce trabajadores del ayuntamiento de Middlesbrough controlan estas cámaras y no dudan en recriminar a aquellos que tiran un papel fuera de la papelera o no recogen los restos fecales de su perro.


Sólo un dato más. Cualquier pareja que se bese delante de una cámara de seguridad durante los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 podría ser sosprendida por la policía. Su gesto amoroso se interpretará como “secuestro” o “robo”. ¿Quién no nos dice que dentro de unos años un arsenal de miradas indiscretas no registrará todo lo que ocurre en el planeta? El mundo está cada vez más controlado. Sólo queda la ardua tarea de combinar privacidad personal con seguridad ciudadana.

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