miércoles, 24 de octubre de 2007

A buen hambre no hay pan duro

Los huevos en México son más grandes. Tienen que serlo, si en dos cajas de huevos cabe una mujer entera despedazada. Este particular Lego fue el paquete que José Luis Calva Zepeda y Juan Carlos Monroy Pérez dejaron en el cementerio de San Agustín, en Chimalhuacán (estado de México). Si montabas bien las piezas, salía algo parecido a Verónica Consuelo Martínez Casarrubia.

Las investigaciones sobre el canibal de Guerrero siguen adelante, sacando a la luz detalles tanto de la vida de Zepeda como de los crímenes que inicialmente se le atribuyen. Mientras que de la muerte de Alejandra Galeana salen ya sólo migajas, mucho más jugo está dando el descuartizamiento de Verónica -meritorio, teniendo en cuenta que Alejandra debió soltar unos cinco litros de sangre al cortarla en raciones-.

Una carta que escribió Verónica un mes antes de desaparecer cuenta que conoció a Zepeda a través de Monroy. Se lo presentó como un curandero para que le tratara una enfermedad cerebral que normalmente se atiende en quirófano. Parece evidente que Zepeda se entusiasmó demasiado con el bisturí.

La carta acusa a Zepeda y a Monroy de drogar, pegar, robar y amenazar a Verónica durante más de un mes. El proceso culminó en la desaparición de la mujer el 30 de abril de 2004, para aparecer 6 días después en formato de bolsillo, dejando huérfanos a tres hijos.

En cuanto al Chelyn -como conocían a Zepeda de niño-, un amigo de la infancia divulgó que su padre murió cuando él tenía dos años. Su madre, Elia, lo tenía descuidado y llevaba una vida desordenada, según declaró el propio Zepeda. Quizá la afición del presunto canibal a los cuerpos desmembrados venga de que a Elia le tuvieron que amputar las dos piernas, de acuerdo al relato del diario El Universal.

El supuesto canibal explicó en su declaración que un amigo de uno de sus cinco hermanos abusó de él sexualmente cuando tenía siete años. De justicia habría sido que fuera sexo oral.

Monroy, por su parte, confirmó haber mantenido relaciones homosexuales con Zepeda. También declaró haber visto todavía con vida a Verónica y haber ayudado a llevar sus pedazos al cementerio.

Hoy se han detenido las investigaciones hasta que Zepeda sea remitido al Reclusorio Oriente (todavía permanece hospitalizado, pues se hirió huyendo de la policía). A los 50 años que solicitan de pena por el asesinato de Alejandra, se le pueden sumar otros 5 "por molestar la paz de los muertos" (la antropofagia no es delito). Los servicios periciales temen que Zepeda pueda suicidarse, pues está inmerso en un proceso depresivo. Bueno, siempre se puede consolar picando algo, que dedos tenemos un montón.

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