miércoles, 17 de octubre de 2007

¿Qué queréis de merendar?

¿Tosta rica y nada más? No, hombre, no. Échale un brazo de mujer a la olla y ponlo a fuego lento, dejando que se empape bien de su propio jugo sanguinolento. Mete a enfriar un rato una pierna en la nevera y sazona los cereales con unos cuantos huesos -los del cúbito y el radio siempre quedan muy a mano-. En la sartén, rehoga trozos de carne y más tarde los aderezas con limón. Para este plato vienen muy bien las fibras musculares del antebrazo, que puedes destazar con facilidad en una bañera cualquiera. Por si te quedas con hambre, guarda el tronco de la mujer despedazada en cualquier armario de la cocina.

El chef de semejante delicatessen se llama José Luis Calva Zepeda, dramaturgo, poeta y escritor. Ah, y caníbal. Dramaturgo, porque interpretaba pequeñas obras propias en un café internet en México DF. Poeta, porque dice haber escrito más de 800 poesías. Escritor, porque tenía en casa un borrador de su novela "Instintos caníbales". Canibal..., porque tiene alguna desviación mental.

Zepeda fue detenido el 8 de octubre en la capital de México. La policía llegó al apartamento donde vive de alquiler cuando la dueña denunció un olor insoportable. Allí coincidieron con otros compañeros que investigaban la desaparición de Alejandra Galeana, según contó Brenda, una adolescente vecina de Zepeda, al diario El Universal. Alejandra era la novia de Zepeda y, al parecer, el ingrediente básico de la merienda que hemos descrito al principio y que encontraron los agentes al entrar en el piso.

Para componer un bodegón como el de casa de Zepeda hace falta ser un psicópata, tener un trastorno psicótico o haberlo asimilado culturalmente como normal, de acuerdo a las explicaciones de Victoria Trabazo, psicóloga forense. El trastorno psicótico libraría al acusado de la prisión (al menos en el sistema judicial español), puesto que actúa movido por delirios que rompen su "contacto con la realidad". Un psicópata, en cambio, "sabe muy bien lo que hace".

Los casos de canibalismo son raros, pero para muestra, un botón

El periódico Excelsior, afirma que los estudios realizados al sospechoso no indican un trastorno en sus facultades mentales, "por lo que será juzgado como cualquier persona". Así pues, el fiscal pedirá 50 años de prisión. Su defensa no será fácil, pues le atribuyen dos crímenes más: otra exnovia en 2004 (Verónica Consuelo Martínez Casarrubia) y una prostituta en abril de 2007 (La Jarocha).


Zepeda tiene 38 años. Ha sido descrito por sus vecinos como "amable", "correcto", "silencioso" y "reservado". Olga Lidia, una ex novia de Zepeda, ahondó en detalles sobre el acusado: "tenía afición por rituales satánicos y una fascinación por películas pornográficas, de sadomasoquismo y las de historias de asesinos seriales", cuenta El Universal. Olga añadió al diario Milenio que le obligaba a ver películas de zoofilia, que alguna vez la llevó a medianoche a las vías del tren, donde la ataba para satisfacer fantasías sexuales, y que fingió un intento de suicidio -se tiró desde unas escaleras- cuando los padres de ella le obligaron a abandonar la casa donde vivían todos.


En su declaración, Olga dejó entrever también que se trata de un escritor frustrado, que vende sus obras a 10 pesos (unos 66 céntimos de euro) en mercadillos. El dinero lo dedicaba al alcohol.


Además, la investigación abierta por la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) ha llegado a la conclusión de que Zepeda vivía resentido porque la madre de sus dos hijas no le permitía ver a las niñas. Lo averiguado hasta el momento también indica que consumía cocaína y un anticonvulsivo normalmente utilizado para tratar la ansiedad, recoge El Universal.


El mismo diario desvela en otro artículo que, según el fiscal de la PGJDF, Zepeda ha estado dos veces en prisión, la primera por robo y tener un arma de fuego en 1992 y cuatro años más tarde por abuso sexual.


La investigación revela poco a poco más detalles sobre la personalidad de este antropófago, pero muy indicativo puede ser tener en mente lo que escribe en "El Caminante", uno de sus libros: "Dedico estas palabras a un ser todo poderoso, a un dios que soy yo".

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