La moda en iconografía política es hacerse la foto en los hospitales..., pero desde dentro. El último en sumarse es el primer ministro israelí, Ehud Olmert. Cáncer de próstata, operación inclusive.
Hay que reconocer la originalidad de los políticos israelíes eligiendo patologías. Mientras en occidente se opta recurrentemente por el alzhéimer, Ariel Sharon -antiguo Primer Ministro de Israel- se encargó de innovar. Un derrame cerebral lo emparentó al mundo vegetal, donde hace 21 meses que echa raíces. Sigue vivo porque su médico, Ezequiel Ken, se niega a matarle por "motivos morales". Ah, y porque una ley que aprobó el propio Sharon unos días antes del accidente cerebrovascular prohibe que apliquen la eutanasia en casos como el suyo.
Marjorie Mowlam, Secretaria de Estado para Irlanda del Norte, se ahorró la fase vegetal y se fue de cabeza al hoyo: un tumor cerebral la mató en agosto de 2005. Loyola de Palacio, ministra de Agricultura con el Partido Popular (PP), murió un año después con un do de pecho -o sea, un cáncer de pulmón-.
Más fortuna tuvo la hermana, Ana Palacio, por entonces eruodiputada por el Partido Popular Europeo, que en el 2000 superó, a costa de su tupé, un cáncer de mama. También María San Gil, presidenta del PP en el País Vasco se ha repuesto en cuatro meses de la misma enfermedad.
Quizá sea el estrés, tal vez sea el rencor, pero algo deberían hacer los políticos para no caer en tantas bajas. Un remedio tradicional es beber para olvidar. Algunos, sin embargo, deberían tener cuidado con lo que beben, como Viktor Yushchenko, expresidente de Ucrania. Otros, como Pasqual Maragall (expresidente de la Generalitat de Cataluña), olvidan ya sin ninguna ayuda.
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