jueves, 25 de octubre de 2007

Dímelo a la cara si tienes huevos..., o aviones, o pintura...

Desde pequeñito te dicen que no grites a tu madre y que no contestes a la profesora. Lo que no te dicen es que no le pongas unas manos aparentemente ensangrentadas en la cara a la secretaria de estado. Y, puestos a valorar la utilidad de los consejos, los primeros te ahorrarán algún cachete, pero es que esto último te puede llevar a la cárcel.

Desiree Ali-Fairooz seguramente habría agradecido la advertencia. Ayer le echaba el aliento en la cara a Condoleezza Rice mientras le chillaba que era una "criminal de guerra" y que tenía las manos llenas de sangre. Hoy ha dormido entre rejas y a las tres de la tarde (nueve de la noche hora española) acudirá a los tribunales, aunque en Codepink, la asociación en la que milita Desiree, todavía no sabían a qué cargos tendrá que enfrentarse a poco más de tres horas del juicio, según ha explicado Gael Murphy, miembro del comité ejecutivo de la asociación.



Desiree es una antigua profesora de Texas de 51 años. Codepink es una asociación pacifista formada por mujeres el 17 de noviembre de 2002. Ya tienen algo de experiencia armando follón: estuvieron cuatro meses acampadas frente a la Casa Blanca para oponerse a la guerra de Irak.


A priori, llegar hasta las mismas narices de Condoleezza no debería ser tan fácil. La sargento Kimberly Schneider declaró para Newsday que la policía del Capitolio (donde se alojan Senado y Cámara de Representantes) cuenta con varios métodos para frustrar ataques personales. Según el periódico estadounidense, Schneider se negó a explicar cuáles son esos métodos, pero parece evidente que no funcionan muy allá. Aunque hay detectores de metales en la entrada y los guardias controlan que no entres con un arma química, no hay ninguna barrera que separe a testigos y espectadores de los miembros de la Cámara.


Este tipo de ataques, de todas formas, son difíciles de prevenir. Se lo pueden preguntar a los guardaespaldas de José Bono, o al propio Tom Cruise.





Estas protestas, al mismo tiempo agresivas e inofensivas, tienen un precedente en los tartazos. Aunque no fue el primero, Aron Kay se hizo famoso estampando pasteles a políticos. Alcanzó tal renombre que se presentó a la alcaldía de Nueva York con una original consigna: "Trabajadores, empastelad a vuestros jefes; jóvenes, a vuestros maestros; inquilinos, a vuestros caseros".


Más higiénico es el método del gupo "Tienen Huevo": entraron al Congreso en Colombia y tiraron aviones de papel (aunque en otra ocasión hicieron más honor a su nombre).


Los hay que no se toman bien estas iniciativas. Frank Rizzo -alcalde de Filadelfia de 1971 a 1979-, por ejemplo, ordenó dar una paliza de 15 minutos a un joven que le dio un tartazo. Condoleezza, por su parte, se tomó el gesto de Desiree con absoluta sangre fría, sin dejar siquiera de colocar sus papeles. Quizá Josep Piqué -en su momento candidato a la Generalitat por el Partido Popular- debería aprender a sobrellevar las interrupciones con algo de ese estilo.

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