Ni a ellos mismos, ni a los demás. No les importa poner en juego la vida de nadie convirtiendo la carretera en una carrera de obstáculos donde el resto de los vehículos son los objetos a esquivar. Cruces de un lado a otro de la calzada y cambios de carril. Más que el salpicadero de un coche, parece un juego de una videoconsola. No hace falta ni imaginarse lo que estarían pensando los otros usuarios de la vía.
miércoles, 5 de diciembre de 2007
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