lunes, 10 de diciembre de 2007

El largo y difícil camino a la respetabilidad

Jaima en ristre, como si de un rey se tratara, la “corte” del presidente libio aterriza hoy en Francia, donde permanecerá cinco días de visita oficial. Un poco a lo Príncipe Alí, como destaca Le Post.

La visita diplomática no ha pasado desapercibida para los franceses, que no están muy conformes con acoger como huesped en su país a un mandatario considerado por muchos un verdadero dictador. Mientras que Sarkozy ha defendido su derecho a invitar al Elíseo a quien le plazca, las voces discordantes se han alzado incluso en el seno de su propio gobierno.

El chiringuito de Gadafi, frente a Hôtel Marigny


La secretaria de Estado de derechos humanos, Rama Yade, es la que más molesta se ha mostrado por la presencia de Gadafi. “Debe comprender que nuestro país no es una alfombra sobre la cual un dirigente, terrorista o no, pueda venir a limpiarse de los pies la sangre de sus crímenes”, ha declarado Yade entre otras lindezas. La prensa también se muestra crítica con la visita del coronel. “Sarkozy recibe sin complejos al tirano de Libia”, titula el diario Libération.




Gadafi, según La Hora Chanante: Una vez que te tiran el misil ya dices "uy, algo está fallando"

Incluso el ministro de exteriores, Bernard Kouchner, ha afirmado que no olvida a las víctimas del líder libio. Durante el viaje de Gadafi, Libia y Francia tienen previsto firmar contratos de miles de millones de euros. “¿Se puede comerciar con él, como lo hacen otros países europeos?”, se ha preguntado Kouchner. La respuesta es sí. Para más recochineo para Yade, Gadafi llega justo el 10 de diciembre, a tiempo para celebrar en París el Día de los Derechos Humanos.

Gadafi estuvo presente este fin de semana a la II Cumbre euroafricana, celebrada en Lisboa. Con casi treinta años en el poder a cuestas, el líder libio parecía haber dejado de convertirse en una figura incómoda para la diplomacia internacional. Atrás quedaban los tiempos de los atentados y bombardeos, aquéllos en los que Gadafi era el enémigo público número 1 para Reagan.

Pero es que nadie dijo que convertirse en un personaje respetable fuera sencillo...

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