lunes, 24 de septiembre de 2007

La odisea del cadáver de Marian

La imposibilidad de hacerse con 400 euros para regresar con su familia a Rumania condenó a Marian a la desesperación y a quemarse a lo bonzo. Ahora su cadáver espera en tierra de nadie a que alguien haga frente al coste de 5.000 euros por su repatriación. Los 15 días en que el rumano de etnia gitana permaneció ingresado en el Hospital de La Fe de Valencia pudieron costar más de 45.000 euros. De momento, el cónsul general de Rumania asegura que ha reunido el dinero suficiente para devolver el cadáver a su país, si bien todavía no ha conseguido hablar con la familia de Marian. Su mujer y sus hijas regresaron a su país el día antes de su muerte, gracias a las facilidades de una asociación de mujeres de Valencia.



El coste de la repatriación de un cadáver a Rumania ronda los 5.000 euros. Son muchos los factores que forman parte del coste del proceso. La mayor parte del dinero, hasta un 50% aproximadamente de la factura total, va destinado a la línea aérea. En el coste también se incluyen trámites legales, pues hay algunos consulados que cobran por las gestiones. Igualmente debe pagarse el embalsamamiento, que permite el traslado y la conservación del cuerpo, según nos comenta una asesora de la funeraria Mémora. El tiempo que tarda un cadáver en ser devuelto a su país suele ser de una semana.

Además, el tratamiento para quemados en los hospitales es de los más caros que existen (el sexto con mayor coste si hay injerto de piel), según datos del Ministerio de Sanidad. Fuentes del Servicio Valenciano de Salud confirman este extremo. El coste de la cama en las Unidades de Quemados suele ser similar al de las Unidades de Cuidados Intensivos, de unos 1.500 euros por día. A esta cantidad hay que sumar los costes derivados del tratamiento, como antibióticos, curas especiales o la actuación de los cirujanos. Marian tenía el 70% de su cuerpo quemado, lo que requiere una atención constante debido a la posibilidad de fallos multisistémicos. Por estas razones no es descabellado hablar de un coste superior a los 3.000 euros por día, durante cada uno de los 15 días en los que Marian estuvo ingresado en el Hospital de La Fe.

En el caso de que la familia no pueda ser localizada, entonces queda la opción de la incineración o del enterramiento. Según Daniel Ionita, presidente del Centro Cívico Rumano de Castellón, el proceso habitual es la incineración. Pero en el caso de Marian existe un problema. Y es que al tratarse de un rumano gitano, es muy probable que sus creencias religiosas sean las de la Ortodoxia Rumana, las cuales prohíben la incineración. En ese caso, el cadáver debe ser enterrado, por lo que el ayuntamiento o la Iglesia Ortodoxa deberían hacerse cargo de los costes del enterramiento (aunque suelen ser mínimos). Los ayuntamientos suelen disponer de unas fosas comunes en algunos cementerios donde entierran a aquellas personas cuyo cuerpo no es reclamado.

¿Pudo evitarse la tragedia de Marian? Una de las dos hijas de Marian, Izabela, de 17 años, acudió el día antes de que su padre se prendiera fuego al Centro Cívico Rumano de Castellón. Allí le dieron algo de comida y le invitaron a visitar el centro Amics, una agencia municipal de mediación con inmigrantes para exponer su caso y conocer las ayudas de las que podrían beneficiarse. Sin embargo, Izabela nunca pudo acudir al centro Amics porque su padre tomó la decisión más drástica al día siguiente. La embajada rumana asegura que Marian jamás se puso en contacto con ellos para exponer su situación, y que en ese caso hubiera sido ayudado. Lo mismo dice el Centro Cívico, que afirma que podrían haber organizado una colecta voluntaria si hubieran conocido de antemano la desesperación de Marian.

Daniel Ionita asegura que desde su asociación no es posible dar dinero a los inmigrantes más necesitados, aunque sí que puede ofrecer la comida que les da la Diputación de Castellón. También cuenta cómo una pareja de gitanos rumanos se acercaron a la asociación al día siguiente de que Marian se quemara para reclamar una ayuda económica, bajo la amenaza de prenderse fuego si nadie les concedía tal ayuda. Desde la asociación replicaron que ése no era el método para conseguir ayudas, y que no pensaban facilitar dinero bajo esa coartada.

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