viernes, 28 de septiembre de 2007

En este concierto se prohíben los aplausos

El Hijo ofreció ayer en Madrid un concierto sin aplausos. Un vecino de La Dinamo, escenario del recital, amenazó con llamar a la policía si los aplausos enturbiaban su descanso. Así, el cantante tuvo que pedir silencio a los asistentes. Sin embargo, las palmas se desataron en la recta final del concierto como reconocimiento a la sensibilidad que derrocharon los músicos (para disgusto del vecino).



Éste es un fragmento del concierto de El Hijo en La Dinamo


Hernández y Fernández subieron al escenario de La Dinamo. Abel Hernández, voz y guitarra, como exponente aventajado en una nueva camada de cantautores procedentes del pop independiente de los noventa (fue parte de Migala). Raül Fernández, al piano, como uno de los principales ingenieros del pop actual, con su aspecto frágil de Pumuki y una sensibilidad pop que suena a jazz.


El diálogo de Hernández con el público suele ser escueto. Sin embargo, en esta ocasión no tuvo más remedio que reproducir la amenaza de un vecino:


"Si hay mucho ruido llamaré a la policía. Por cierto, los aplausos me molestan especialmente".


El concierto ya tenía un protagonista inesperado. Y como a nadie le gusta llevarse mal con el vecindario, Hernández propuso dos alternativas: chasquear los dedos o agitar los brazos en el aire, como aplauden los sordos.


El Hijo es dueño de una poética tosca, difícil. Y a la vez da brillo a objetos y rincones cotidianos. Este año ha publicado "Las otras vidas". Y como sucediera en el caso de los británicos Tindersticks, una nube de desasosiego ronda cada uno de los proyectos de Abel Hernández. Como si sus proyectos se quebraran al ver la luz. Un hombre con depresión postparto. Sólo así se explica una de sus improvisaciones en el concierto de ayer: "Y así acaban los sueños". Ése fue el final improvisado en una de sus canciones.




Videoclip de "Conmigo a tu vera", uno de los títulos del último disco de El Hijo

En el concierto de ayer tan sólo se contaba una cincuentena de asistentes. Quizás el sonido frágil y sombrío de El Hijo rinda mejor en ese ambiente. El piano de Raül Fernández dio mucha vida y llenó de destellos el repertorio aún en ciernes del grupo. El famoso vecino también hubiera roto a aplaudir ante la sensibilidad que los dos músicos mostraron en La Dinamo.


Los nostálgicos de Migala, el antiguo grupo de Abel Hernández, tienen un motivo para estar contentos. Algunos de sus antiguos miembros se han reunido bajo el nombre de Fantasy Bar y han grabado un disco que verá la luz en los próximos dos o tres meses.

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